Mi hijo mayor va a leer Momo este año en el cole. Hemos desempolvado el libro que teníamos en casa de cuando erámos pequeños. Y yo, como no lo había leído, he aprovechado para leerlo. Me ha pasado lo mismo que el año anterior con La historia interminable, que también lo tenía el enano grande para leer en el cole, y que yo aproveché en verano para volver a leerlo (ese sí lo había leído).
Lo primero que me llamó la atención es que no sabía que Momo era una niña. Creía que era un chico joven y no una nena.
La lectura es amena, aunque la visita al Maestro Hora no me resultó ni muy entrañable ni muy trascendental... Una especie de Yoda, pero con menos gancho. Casiopea mola más.
El mensaje de cómo la falta de tiempo nos trastorna sí me parece bien reflejado. Y la poesía con que se cuenta en el libro es correcta, no brillante, pero sí correcta. Los adultos seremos más conscientes de la lucha por el tiempo; mucho más que el público juvenil, porque ellos tienen todo el tiempo del mundo y no lo consideran un bien escaso.
Como en La historia interminable el autor trata de hacer pasar el cuento por real; en Momo creo que lo consigue un poco a pesar del epílogo, que considero innecesario pero puede ser atractivo al público infantil.
Al final, por lo ligera y entretenida, me ha gustado la lectura. No creo que enganche demasiado a mi chaval de 12 años, pero es posible que cuando lo vuelva a leer de adulto, le guste como a mí.